Los camaleones logran mimetizarse con el medio ambiente que los rodea tiene que ver con pequeños nanocristales en su piel, capaces de imitar el color de su entorno. Estos cristales transparentes están hechos de guanina, un compuesto relacionado con el ADN.
Se ha logrado imitar estos cristales con Celulosa, un compuesto ampliamente abundante en muchas fuentes naturales, pero a pesar de ser ligero y resistente, no pueden estirarse sin romperse.
Para solucionar el inconveniente, el plástico llega nuevamente al rescate, con un polímero emparentado con el PET, llamado PEGDA o Polyethylene Glicol Diacrylate, que entrecruzaron con los nanocristales mediante luz ultravioleta.
Con este nuevo polímero se obtuvieron películas plásticas muy flexibles, mostrando una gama de colores que van del azul al rojo. El producto cambia gradualmente de un color a otro en función de la fuerza aplicada al estirarla. También demostró ser sensible a los cambios de humedad y presión.
Este producto innovador puede servir, según los científicos que lo desarrollaron, para desarrollar sensores de fuerza o presión, así como para idear nuevos métodos de encriptar información.